El
pasado fin de semana disfrutamos nuestro aniversario número 18 en compañía de
la profeta Anabel Fernández. A diferencia de otros ministros que nos han
visitado, ella casi no usó la Biblia, sino que nos dio de sus vivencias. Al
igual que la mayoría de los ministros que nos han visitado antes, nos dijo que nuestras
congregaciones han sido alimentadas con BUENA PALABRA. Esto es, por sí sólo, algo bueno.
Pero si no va de la mano de sacrificio y servicio, es peligroso. Basta ver la
foto de arriba para comenzar a comprender por qué.
Con hambre no hay pan
duro, dice el refrán. Pero, ¿cuándo hay abundancia de pan? Alguna vez has visto
a alguien abrir una refrigeradora llena, sólo para expresar en disgusto: No hay
nada qué comer. ¡Claro que hay qué comer! Sólo es que no hay algo que se le
apetezca en ese momento. Así es cuando en una casa espiritual hay abundancia de
pan espiritual, y los comensales comen y se sacian, pero en vez de salir a
trabajar, se quedan frente al televisor, viendo la telenovela que es su vida
cotidiana. Cuando llega el siguiente tiempo de comida, todavía están saciados;
comen sin apetito, y comienzan las quejas. “A mí no me gusta el brócoli.” “Yo
no como pescado.” “¿No me puede hacer un huevo a la termidor, mejor?” Hermano, esto
no es McDonald’s; es la Iglesia del Señor Jesucristo.
Una de las palabras más dolorosas
que el Señor me ha dado está en Ezequiel 33:
Y
tú, hijo de hombre, los hijos de tu pueblo se mofan de ti junto a las paredes y
a las puertas de las casas, y habla el uno con el otro, cada uno con su
hermano, diciendo: Venid ahora, y oíd qué palabra viene de Jehová. Y vendrán a
ti como viene el pueblo, y estarán delante de ti como pueblo mío, y oirán tus
palabras, y no las pondrán por obra; antes hacen halagos con sus bocas, y el
corazón de ellos anda en pos de su avaricia. Y he aquí que tú eres a ellos como
cantor de amores, hermoso de voz y que canta bien; y oirán tus palabras, pero
no las pondrán por obra. Pero cuando ello viniere (y viene ya), sabrán que hubo
profeta entre ellos.
¡Oh, que no sea así
contigo, Iglesia Piedras Vivas! Guárdate de ser como el sumo sacerdote Elí, que
se sentaba junto al camino; saciado, ciego y obeso. Guárdate de ser como los
hijos de Elí que, aunque eran sacerdotes, comían lo que les daba la gana,
contra las órdenes del Señor. Guárdate de ser como aquellos de los cuales Pablo
advirtió a Timoteo, que por no soportar la sana doctrina y tener comezón de
oír, se hacen maestros conforme a sus propias concupiscencias y apartan de la
verdad el oído para volverse a las fábulas.
No, Iglesia Piedras
Vivas. ¡Lejos de ti esté el hacer tal cosa! Tú sé sobria en todo, soporta las
aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio. Pelea la buena
batalla, guarda la fe. Toda esa maravillosa Palabra que has recibido, ponla por
obra. Porque revelación que no es puesta por obra es como comida que no se
transforma en energía – se vuelve grasa almacenada que bloquea las arterias y
acaba con el corazón. ¡Pon por obra la bendita Palabra del Señor y tendrás gran
recompensa en los cielos!
(y)
ReplyDeleteDefinitivamente cuan confortablemente grotesco puede volverse solo asistir a escuchar, (alimentarse) pero no poner en prácticamente (Ejercitarse) no solo en la vida personal sino también dando testimonio y llevando la palabra a cuanto podamos.
ReplyDeletePuedo comprender que unos de los objetivos proféticos de la iglesia para este año es la expansión y eso solo se logra saliendo a pelear la batalla de mil maneras de hacerlo.
Hermoso y motivador mensaje.