Wednesday, February 19, 2014

Adoremos en La Paz


Este fin de semana estaremos en la cabecera de La Paz (no, no es Marcala, es La Paz), levantando un altar de adoración al Señor, nuestro Dios. Nuestros anfitriones serán los hermanos de Iglesia Cristiana Misionera Interdenominacional, a quienes algunos de ustedes conocen mejor como la hermana Lupe y los Pacheco. Con esto habremos visitado 15 cabeceras de Honduras.

Los preparativos han sido más difíciles que otros eventos que hemos hecho, principalmente porque he tenido que dejar atrás a hermanos que desearía haber traído conmigo. ¡Venga, que quisiera llevarme a toda la congregación! Pero se vuelve totalmente impráctico. Entonces hay que elegir, y nunca es fácil elegir entre una persona y otra. Se vuelve uno tremendamente consciente de cómo se sentirá la persona que se queda, y por supuesto, nunca queremos intencionalmente herir a otro.

Lo cual me lleva a Jesús y sus apóstoles. Al elegir a estos 12 varones, estaba efectivamente haciendo a un lado a todos los demás. Seguramente hubo alguien resentido porque no lo habían elegido. Alguien debe haberse sentido menospreciado. Pero no se trata de eso – de cómo me siento yo, cómo se sintieron los 12, cómo se sintieron los que no fueron elegidos. Se trata del deseo del Padre. ¿Acaso menosprecia el Padre a alguno? ¡De ninguna manera! (Antes bien, él es el único que nos da nuestro verdadero valor.) Pero el Padre sí es intencional en lo que hace. Todas sus obras están cargadas de propósito.

Aquellos 12 discípulos tenían la mezcla perfecta de virtudes y defectos necesaria para lograr el propósito divino. ¿Te das cuenta de que, aunque tú eres mil veces más leal que Judas, si Jesús te hubiese elegido a ti en vez de Judas, habrías echado a perder el plan de Dios para salvar a toda la humanidad? Porque, siendo fiel como eres, jamás habrías traicionado a Jesús.

Así que, si está leyendo esto alguno de los que no fueron llevados a Adoremos en La Paz, quiero reiterarte: no has sido menospreciado. Oré y pedí la dirección del Padre hasta que tuve claridad de quiénes debían ir. Anunciártelo fue muy difícil, por lo que agradezco tantísimo tu comprensión y tu gracia.

¿Qué tiene el Señor preparado para nosotros en La Paz? No sé exactamente, pero sé que será bueno. Te ruego que ores por nosotros.

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