Algunos piensan que todo varón debe tener su
barbero; uno que ya conozca exactamente cómo le gusta que le dejen el cabello. Para
mí no ha sido fácil comprometerme con uno, aunque lo he intentado. El problema
es que la primera vez me lo dejan como a mí me gusta (corto) Y como a mi esposa
le gusta (un poquito más largo enfrente), PERO de la segunda vez en adelante me
lo van dejando progresivamente más largo hasta el día en que sólo llego a que me
peinen. Entonces me pregunto si vale la pena y opto por cortármelo yo mismo en
casa.
Sí, ya sé
que no es muy convencional cortarse uno mismo el cabello, pero realmente no es
tan difícil como suena (considerando que sólo me tengo que pasear la máquina
con la cuchilla #2 por todo el cráneo). Pero como supondrás, mi tema no es realmente
la barbería, así que vamos al grano.
Cuando una
persona se encuentra con la religión organizada (sea cual sea la ideología,
corriente o denominación), generalmente halla personas amables dispuestas a
servirle y a ayudarle a pasar un buen rato. Hay una atención especial con los
primerizos porque hay un interés genuino por hacerlos sentir en casa. Esa primer
visita parece ser “Sí y Amén” en todo. A medida que la persona regresa una y
otra vez, las cosas van cambiando. Para ser justos, quizás no es que las cosas
cambien en sí (pues pocas cosas hay más pétreas que la religión organizada),
pero la percepción de las cosas va
cambiando. Algo así como que la primera vez que visité una barbería no le
presté mucha atención a la Señorita Laura en la televisión, porque estaba más
atento a que mi nuevo barbero entendiera cómo quería el corte. Pero cuando
volví un mes más tarde con mi hijo, lo noté y me ofendió; aunque en realidad la
barbería y su programación siempre fueron las mismas.
Lo que le
sucede, pues, a la gente que se encuentra con la religión organizada, es que
poco a poco comienzan a descubrir los anacronismos y las vacas sagradas. Algunos
deciden soportarlo y seguir adelante, pero otros optan por quedarse en casa y “cortarse
el pelo” por sí mismos. Estos últimos terminan haciéndose un dios a su propia
imagen y conforme a su semejanza. Un dios que nunca los contradice y que nunca los
corrige. Un dios que siempre está a sus órdenes. Un dios que nunca podrá
salvarlos. Los que quedan en la religión organizada no están mejor. Las muchas “creencias”
y tradiciones, no sólo no tienen poder para salvar, sino que mantienen a sus
seguidores a base de un sistema de culpas.
Bendito sea
nuestro Padre Dios Todopoderoso que Jesucristo no es barbero. Él no cambia, ni
tampoco disminuye su poder. Jesucristo no es religión muerta. Él vive
eternamente y es poderoso para salvar a todo aquel que cree y le busca de corazón.
Gracias Dios por tus enseñanzas y ....corta, trasquila todo aquello que en nuestras vidas no es semilla verdadera.
ReplyDeleteSer mi propio barbero funciona (más o menos) para mi cabeza.
DeleteSer mi propio señor NO funciona para la salvación de mi alma.
Un líder de la iglesia a la que asistía dijo algo que me pareció muy divertido pero cierto, que hasta me lo imaginé estructuralmente y ahora encuentro relación a este tema y fué: "Hay hermanos que no quieren venir a la iglesia, ni a orar ni a ser guiados, prefieren quedarse en casa y se excusan diciendo: Para qué voy a ir a la iglesia si en cualquier esquina de mi casa puedo orar? pero resulta que viven en una casa REDONDA donde no encuentran esa esquina".
ReplyDeleteLo comparto con ustedes porque es muy importante la convivencia con Dios, su comunidad y la guía de su Pastor.
¡Jajaja - casa redonda! Buenísimo.
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