Wednesday, September 24, 2014

Se Vende Terreno

Abbie había comenzado a pagar el terreno desde antes de que nos conociéramos, cuando trabajaba para una inmobiliaria. Aunque yo no entendía por qué habría adquirido un terreno en un lugar donde no pensaba vivir, debo reconocer que me impresionó el hecho de que una muchacha tan joven invirtiera en tierras. Sobre todo porque a mí nunca se me había ocurrido – y yo me creía muy inteligente.

Cuando nos casamos, nuestras finanzas también se unieron, y seguimos pagando el terreno de las arcas familiares. En algún momento indagué si habría algún ahorro cancelando el saldo de una sola vez, pero faltaba tan poco que los intereses ya estaban prácticamente pagados. El ahorro sería mínimo, así que más valía seguir pagando la módica cuota. Pero en vista de que no pensábamos vivir en Residencial Palmeras, vender el lote nos pareció lo más conveniente.

Pusimos un rótulo en el lote. Poco después nos enteramos que alguien los había removido, por lo que fuimos a averiguar. Resulta que había dos lotes baldíos uno junto a otro, y había alguna discrepancia sobre cuál era de quién. No recuerdo exactamente cómo se resolvió esa situación. Lo que sé es que nuestros esfuerzos por vender el terreno fueron infructuosos y que después de poco olvidamos el asunto.

Años después, nos quedamos sin dinero para continuar la construcción de nuestra casa. Oramos. Presupuestamos. Re-planificamos. Habíamos gastado todos nuestros ahorros y no sabíamos de dónde obtendríamos el dinero para continuar. De la nada, recibimos una llamada del hombre que vive frente al terreno de Palmeras. Quería comprarlo para estacionar sus buses. Logramos ponernos de acuerdo y le vendimos el lote a un precio justo. Justo cuando lo necesitábamos.

A veces los planes no nos salen como queremos. Pero experiencias como ésta me ayudan a entender que si confiamos en el Señor, Él se encargará de nuestros asuntos mil veces mejor de lo que nosotros podemos. Nuestro conocimiento y nuestra visión son limitados, pero Él es eterno.

     El hombre propone
     y Dios dispone.
     A cada uno le parece correcto su proceder,
     pero el Señor juzga los motivos.
     Pon en manos del Señor todas tus obras,
     y tus proyectos se cumplirán.
     Proverbios 16:1-3 (NVI)


Wednesday, September 17, 2014

Entre Cielo y Techo


Conversando recientemente con mis amigos Eduardo y Joanna, me comentaban que en su país natal, México, lo usual es techar con losa, no lámina. De hecho, me decía Eduardo, techar con lámina da a entender que te quedaste sin dinero para terminar tu casa. Pensé que quizás construir con losa es la especialidad de los mexicanos, pero según Joanna es de lo más común que la gente tenga problemas con filtraciones. Me parecía insólito, pues, que vieran la lámina como una alternativa inferior para techar.

El asunto es, explicó Eduardo, que nadie en México suele usar cielo falso como lo hacen en Honduras. Entonces allá, techo de lámina es igual a calor. ¡He allí el detalle! Por qué no acostumbran usar cielo falso, no lo sé, pero antes de que me pusiera a criticar, el Señor me recordó un detalle obvio al que yo me resistí por algún tiempo y por asuntos económicos: el cielo falso en los aleros.

Siempre estuve claro en los beneficios de usar cielo falso: el aislamiento térmico y acústico, además de un mejor tratamiento estético. Es más, diseñé la casa para que el espacio entre cielo y lámina tuviera aperturas en las culatas, de manera que el viento saca el aire caliente que allí se acumula, refrescando aún más la casa. Para las aperturas norte y sur mandamos a traer unas ventilas redondas decorativas que le dan un toque de sofisticación a la fachada. Pero encielar los aleros me parecía más un asunto cosmético que práctico, y preferí invertir las reservas decrecientes de dinero en cosas más esenciales. Mi lógica me dictaba que al no encielar los aleros, la casa sería más fresca aún, porque el viento entraría por todos los costados a refrescar el espacio entre cielo y techo. Abbie estuvo clara desde el principio, pero a mí me costó entenderlo. Hasta algún tiempo después de mudarnos, cuando llegaron las palomas.

Verás, si bien el viento podía entrar por todos los costados a refrescar el espacio entre cielo y techo, también las palomas podían entrar. Y hacer nidos. Y empollar sus crías. Y defecar. Y morirse y podrirse. Entre el cielo y el techo.

Cuando finalmente me convencieron las palomas, contratamos a alguien para que nos encielara los aleros. Esto salió más caro que si se hubiese hecho al mismo tiempo que se construyó el techo, sobre todo por asunto de andamios.

Por lo cual sugiero que, cuando uses techo de lámina, instales de una vez el cielo falso, tanto en el interior de la casa como en los aleros. Y que no seas tan pronto para juzgar a otros por sus costumbres constructivas. Como dijo el Apóstol Pablo: Cada uno mire cómo sobreedifica.

Wednesday, September 10, 2014

Líneas Rectas


El sistema constructivo de steirofoam reforzado tiene muchas virtudes, como ya expliqué antes. Una de ellas es que en el suelo se pueden armar paredes completas, con boquetes y todo, para luego levantarse en pocos minutos. Por la mañana tu proyecto puede haberte mostrado sólo fundiciones a nivel de piso, y por la tarde te sorprende con paredes en pie, el cascarón de lo que será. Es sin duda un momento emocionante. Pero toda moneda tiene dos caras.

La razón por la que se pueden alzar decenas de metros cuadrados de pared de una vez es porque las láminas de 1.22m x 2.44m se ensamblan una a otra sin límite alguno, excepto cuando deja de ser práctico. Podrías armar cien metros de pared, pero si sólo tienes personal y equipo para levantar veinte, entonces quédate con veinte. Una vez que la pared está armada y puesta en pie, debe afianzarse, alinearse y aplomarse. Un pequeño error en la línea o en el plomo en esta fase se convertirá en un problema a medida que la pared progrese. Mientras mayor sea el error inicial, mayor será el problema al final.

Aún en las mejores construcciones, los riesgos de errar en la línea, el plomo y la escuadra son muy reales. Resulta que nuestra casa, con sus obreros no calificados, no fue la excepción. Llegando a la solera superior, además del desplome de la pared este, teníamos un descuadre en la esquina noroeste. Realmente yo no lo sabía cuando le especifiqué al soldador que quería que comenzara el techo desde el centro. Dada la forma en cruz del techo, me pareció lo más indicado. Pero el soldador tiene su propia mente y le pareció más apropiado desatender mi instrucción y comenzar a armar el techo por la esquina noroeste.

Imaginarás que esto resultó en un techo donde las aristas no son tan paralelas como deberían, ni las esquinas tan cuadradas. Quizás no se manifiesta a primera vista, pero basta con pararse frente a la casa, un poco hacia la derecha. Observando el alero del estudio sobre la entrada, el descuadre es evidente. Lo digo sin rencor. Después de todo, es el mismo efecto de mis dientes frontales. De lejos parecen alineados y parejos; pero basta con pararse frente a mí, un poco hacia la derecha, y el descuadre es evidente.

Me parece tan tierno que el Creador del universo se tome el cuidado de hacernos distintos a cada uno de nosotros. Un lunar aquí. Un chocoyo allá. Tan tierno y tan poderoso a la vez.

P.S.: Por cierto, las líneas de la imagen de arriba: paralelas, aunque no lo parezcan. Abajo, un ejemplo de cómo los Amish construyen sus graneros; un magistral ejemplo del trabajo en equipo para lograr grandes avances en poco tiempo.


Wednesday, September 3, 2014

Serpientes y Escorpiones


Un día fresco de invierno, justo cuando Abbie iba a abrigar a Hansi sintió la repentina necesidad de revisar las mangas del abrigo. Nunca dejo de maravillarme de cómo el Espíritu Santo nos ha advertido, una y otra vez, cuando Hansi está en algún tipo de peligro. En una de las mangas había un escorpión. Lógicamente, lo sacamos y lo matamos, invocando las palabras de nuestro Jesús: “He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará.” (Lucas 10:19). Pero la historia no termina allí…

Estábamos prontos a concluir con la obra gris – el repello y pulido de todas las paredes – cuando fui a supervisar los avances de la construcción ese día. No sé si será por las aventuras de mi infancia recorriendo los proyectos de mis padres, pero ésta es siempre una de mis etapas favoritas en una construcción. Hay tantas cosas en proceso que sólo pueden apreciarse si se tiene la capacidad de visualizar la obra terminada. Donde muchos no ven más que paredes grises, los imaginativos “vemos” los acabados, los muebles, la vida de los habitantes desenvolviéndose en ese espacio… Quizás es por eso que cuando llega la etapa de los acabados, tiendo a aburrirme. Porque para entonces llevo tanto tiempo visualizando los acabados que han perdido su novedad.

Abbie, sin embargo, fue diseñada a la inversa. Ella necesita ver, no sólo la pared levantada, sino pintada y texturizada, antes de comprometerse con un acabado. Donde mi lienzo en blanco es una hoja de papel, el de ella es una habitación donde toda la obra gris ha sido concluida. El punto donde a mí me comienza a aburrir un proyecto es cuando a Abbie comienza a emocionarle. ¡Dios es tan perfecto cuando nos une!

Las escaleras de la casa serían de metal y madera, no de concreto, por lo que en esta etapa usábamos una improvisada escalera de madera para subir a la segunda planta. En la pared este de lo que sería la habitación la Hansi, la rectificación de un pequeño desplome desde abajo había terminado costándonos una pequeña fortuna en cemento y arena. Todos los espacios de esta sección – dormitorio, baño y walk-in closet – coinciden exactamente con los de planta baja. Cruzando el baño hacia el clóset, revisé las repisas altas creadas con los sobrantes del steirofoam reforzado. Y allí estaban: un escorpión hembra y sus crías.

Lógicamente, los sacamos y los matamos. Cómo llegaron hasta allí, nunca lo sabré. Pero lo que más me sorprendió fue la conexión con el escorpión de esa mañana. En el abrigo. De Hansi. En el clóset. De Hansi. No había más escorpiones en ningún punto de la construcción. Pero la historia no termina allí…

Ese fin de semana, el maestro de obras me tenía una noticia desconcertante. Había encontrado a uno de los trabajadores fumando marihuana. En el clóset de Hansi. Lógicamente, lo sacamos y lo… Bueno, sólo lo despedimos. Pero, vaya que tantos escorpiones en el clóset de Hansi en una misma semana son demasiados como para atribuirlos a una arbitrariedad. Bien dice el refrán: Una coincidencia es cuando Dios elige mantenerse anónimo. ¡Gracias, Señor, por siempre cuidar a mi pequeña!