Tuesday, May 27, 2014

¿Quieres Tener Éxito?


¡Claro que todos queremos tener éxito! Pero a veces pareciera que el éxito evade a algunos, y hay personas que sienten como que no han logrado ver la luz del día en años. Sus proyectos fracasan y sus planes no prosperan. Hagan lo que hagan, no logran levantar la cabeza. Aquellos que creen en la mala suerte dirían que están “salados”. ¿Alguna vez te has sentido así?

Muchos aseguran tener LA clave del éxito (¡Pasión! ¡Perseverancia! ¡Conexiones!), pero lo más probable es que no existe sólo una. Pablo enseña que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. Así que depende del favor de Dios, más que de mis esfuerzos. Pero entonces, ¿tiene Dios favoritos?

Dice el autor de Eclesiastés: Me volví y vi debajo del sol, que ni es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes, ni aun de los sabios el pan, ni de los prudentes las riquezas, ni de los elocuentes el favor; sino que tiempo y ocasión acontecen a todos. Esto significa que, si acaso existe tal cosa como la suerte (buena o mala), le sucede a todos. A los preparados como a los no preparados, a ricos como a pobres. Dios no hace acepción de personas. Entonces, si la cosa está pareja, deberíamos ganar todos el 50% de las veces, ¿correcto? No tan rápido…

Eclesiastés también exhorta: todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas. Aunque todos tendremos días buenos y días malos, serán siempre las personas diligentes y trabajadoras las mejor posicionadas para sacarle el mayor provecho a cualquier situación.

Dios favorece a los preparados, dice un refrán. Eso resuena con lo que la Biblia enseña. Así que, si quieres tener éxito; prepárate bien, trabaja duro, y considera al Señor en todos tus caminos.

Wednesday, May 21, 2014

Eres Mi Todo


Nunca sabes realmente cómo anda tu fe hasta que es probada. Una cosa es estar de acuerdo con los principios fundamentales de una creencia; otra muy distinta es poner toda tu fe en el Dios viviente. Al escribir esto, me preocupa que parezca como que me voy a jactar de mi fe. Lejos de ello, mi deseo es jactarme del Dios en el que he puesto TODA mi fe – aunque mi fe sea poca e imperfecta.

Para cuando llegué a la sala de emergencias del hospital, ya me habían informado que mi hijo Ian había tenido un accidente, que tenía golpes y raspones, y que me necesitaba. Pero sé que no fue esa información la que me preparó para verlo como lo vi. De hecho, aún desde que venía hacia el hospital, algo en mi interior me aseguraba que TODO iba a estar bien. A través de todo el proceso – tomografía, rayos X, cirugía, hospitalización – la certeza sigue allí.

Hay momentos durante una prueba en que perdemos la compostura. Brotan las lágrimas, los suspiros profundos. Algunas personas miran eso como debilidades; manifestaciones que deben ser eliminadas a toda costa. En mi experiencia, tales personas se molestan porque no saben cómo consolar al doliente. Y no digo esto porque yo sea un experto consolador, sino porque cada vez que he perdido la compostura durante una prueba, el Consolador ha reafirmado Su amor por mí. Lejos de obligarme a “componerme”, me reconforta con Su presencia y me asegura que TODO va a estar bien.

He visto la mano del Señor sosteniéndome TAN consistentemente a lo largo de mi vida, que he decidido poner en Él TODA mi fe. Aunque mi fe sea poca e imperfecta, es toda la que tengo. Por eso la he puesto en Aquél que es grande y perfecto. El Señor nuestro Dios, Él nunca falla.

ERES MI TODO
por Elías Rodríguez, Adoremos en La Paz, 2014
Señor, ¿a quién iremos?
Sólo Tú tienes palabras de vida eterna
Conocemos y hemos creído
Que eres el Hijo de Dios, eres el Cristo
// Eres mi todo //
¿A quién tengo sino a ti?
En los cielos y en la tierra, sólo Tú
En Ti he puesto mi fe
Acercarme a Ti es para mí el bien
// Eres mi todo //



Tuesday, May 13, 2014

Usted, Tú y Vos


El hermano Pancracio el viejo siempre llegaba al culto quince minutos temprano, inmaculadamente peinado y con su ropa perfectamente lavada y planchada. Solía traer su Biblia de estudio; la que tiene concordancia, índice temático y diccionario después de los mapas. Había invertido en un bonito forro de cuerina en el que mandó a pirograbar su nombre. En el compartimento externo cargaba siempre su libreta de apuntes, su himnario, el rol de servidores, y un sobre para diezmos. Pero al regresar a casa maltrataba a sus hijos y golpeaba a su mujer.

En Honduras usamos tres palabras distintas para la segunda persona singular: Usted, y Vos. Cada una tiene su uso y su propia conjugación. Usamos Usted cuando nos dirigimos a alguien mayor (en edad o rango) o a alguien con quien guardamos cierta distancia (por ejemplo, alguien a quien acabamos de conocer). El generalmente vive relegado a las clases de español, los himnos nacionales y otras arenas estrictamente literarias. Finalmente, Vos es lo que se usa en la vida cotidiana, en familia y con amigos. Es así que el hondureño crece diciéndole “Venga usted, por favor” al maestro; escribiendo “¡Ven, tú!” en la tarea; pero gritándole “¡Vení, vos!” a su amigo. Donde los anglos han unificado la segunda persona singular con un universal You, los hondureños aprendemos a ser tres personas diferentes para tres públicos distintos.

Profundizando en las nimiedades de la iglesia evangélica de línea pentecostal, encontramos que la traducción favorita de la Biblia es la Reina Valera 1960. En la RV60 encontramos la segunda persona plural inmortalizada como Vosotros. Jamás un niño hondureño dijo, “¡Vosotros ganasteis porque hicisteis trampa!”, pero es así como Pancracio el viejo aprendió Biblia. Para él, Dios y el mundo de la Biblia viven en el templo los días de culto, envueltos en “Vosotros sois”. No tocan su vida laboral (Usted), su vida académica (Tú), ni su vida familiar (Vos). De hecho, Pancracio el viejo vive cuatro vidas paralelas que no se cruzan.

Pancracio el joven (hijo de Pancracio el viejo) es más moderno. En lugar de Biblia de estudio, colecciona “apps” bíblicos en su celular. Entiende un poco mejor la Biblia porque la lee en la Nueva Versión Internacional. (A veces, cuando se siente atrevido, hasta lee la versión Dios Habla Hoy - aunque alguien le dijo que era católica). No necesita himnario porque las letras de las canciones se proyectan en la pantalla durante el culto, pero tiene una alabanza cristiana de “ringtone” y un “backtone” de una narración de un versículo bíblico. Lamentablemente, también aprendió a llevar las vidas paralelas del Usted, Tú y Vos. Muchas veces regresa del culto y le pega a su mujer. A los ojos y oídos de Pancracio el chiquito.

Por supuesto, ni tú ni yo somos como Pancracio. Pero si Cristo no reina en TODAS las áreas de nuestras vidas, estamos más cerca de lo que parece.

Wednesday, May 7, 2014

El Altar en el Campo

Ian (8) corría adelante sin prestar mucha atención a mis advertencias. Joy (3) luchaba por distinguir entre la emoción y el miedo mientras se balanceaba sobre mis hombros, teniendo cuidado de no mancharse de la sangre que salía del lado de mi cabeza. Inadvertidamente me había golpeado con una rama espinosa, clavándome la espina que luego Ian había tenido que remover. Pero lo que realmente me preocupaba era la manada que, antes indiferente, luego curiosa, ahora nos desafiaba. Sin quitarnos la mirada nos acorralaron, bufando y brincando como una pandilla en defensa de su territorio.

Un último intento por cruzar el campo hacia la loma que era nuestro destino resultó infructífero, pues la manada nos cerró el paso. Lo más importante ahora era llevar a los niños a un lugar seguro. Nos hicimos hacia el fondo del potrero, las vacas tras nosotros. Logramos pasar entre las líneas de alambre de púas y a través del zanjo hasta el camino que conecta los distintos potreros. Aliviados, los niños comenzaron a correr por el sendero. Al otro lado del cerco, las vacas los seguían. “¡Papi, las vacas están corriendo con nosotros!”, gritó Joy.

El nuevo plan era recorrer el sendero hasta el potrero donde estaba la loma. Allí podríamos cruzar, porque no había vacas. Pero viendo a la distancia noté las siluetas de cinco hombres. No eran vaqueros, pues no miraba caballos. Tampoco vivían allí, pues no hay casas cerca. En eso, la vocecita de Joy: “Papi, quiero ir al baño”. Tal parecía que hoy no sería el día.

Regresamos a casa por otro camino. Aunque habíamos pasado un rato emocionante, en mi pecho llevaba el peso de no haber llegado hasta la loma. La loma donde hace unos dos años llegamos con Ian a adorar al Señor. Un día salimos a explorar el campo y nos detuvimos cuando llegamos a la loma. Sin planearlo, comenzamos a cantar al Señor. Canciones viejas. Cánticos nuevos. Había querido regresar desde hace unos meses. Cuando se lo mencioné a Ian, respondió en protesta: “¡Es lo que yo te he estado diciendo ya días!”

Esta semana, mi bella esposa tuvo que salir a hacer unas compras importantes y me encontré en casa con la responsabilidad de nuestros tres hijos. Ahora, todo padre sabe que la mejor manera de evitar que tres niños aburridos de edades distintas se maten entre sí o que te vuelvan loco es sacarlos al campo. Que corran. Que griten. Que salten.

Esta vez llevé mi guitarra y tomamos otro camino. Uno sin vacas. Y para lograr que Hansi (12) nos acompañara gustosamente, la nombré la fotógrafa oficial de la expedición. Con Ian a la delantera, cruzamos el potrero hasta llegar a la loma. Cantamos. Ian reclamó por qué él no podía tomar fotos. Joy encontró mi armónica. Ian reclamó por qué él no podía tocar la armónica. Hicimos música. Encontramos una araña. Oramos. Visitamos las vacas (desde nuestro potrero). Seguimos caminando hasta que las vacas perdieron interés en nosotros y cruzamos su potrero rumbo a casa.

Es bueno volver a visitar los altares que levantamos al Señor. Se reafirman los pactos entre Él y nosotros. Abajo puedes ver las fotos de Hansi. (Y algunas de Ian.) Mi único pesar es que mi esposa no pudo acompañarnos. Seguramente la próxima vez.

El altar en el campo by Slidely Slideshow